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GANADERIA DE RESES BRAVAS. COMIENZOS Y FLORECIMIENTO

COMIENZOS

Entendemos por Ganadería de Reses bravas a la industria pecuaria dedicada a la cría del Toro de Lidia. La ganadería Brava tuvo sus comienzos a principios del siglo XVIII, pero prácticamente y en términos generales no aparece organizada con el exclusivo carácter de tal hasta algún tiempo después.

No hay noticias exactas sobre cuales fueron las primeras Ganaderías preparadas con la única finalidad de producir reses que, con relativas garantías, resultasen aptas para la Lidia.

Viene considerándose a la de «Raso Portillo», llamada así por pastar en el término de Pedraja del Portillo, provincia de Valladolid, como la más antigua, pues se dice que en los siglos XVI y XVII y aún en el XV se lidiaban Toros de dicha vacada. Estas afirmaciones pueden ser ciertas, pero el caso es que hasta la fecha no han podido ser comprobadas de modo fehaciente, siendo más verosímil que la referida Ganadería fuese, si no en las fechas mencionadas, posteriormente la más conocida de las de Castilla, y así nos induce a creerlo el privilegio de prioridad que disfrutó sobre las demás para abrir Plaza en funciones reales, pero sin embargo anterior a aquella debió ser, entre otras, la de Gijón, de Villarrubia de los Ojos, cuyos Toros se corren en Madrid el año 1618, y contemporáneas al menos de «Raso Portillo» hubieron de ser también las Ganaderías andaluzas de Chacón, Ibarburu, Acuaviva, Viuda de Copero, etc…

En los siglos anteriores al XVIII la Ganadería Brava no se desenvolvía como ahora, pues así se desprende de las crónicas de festejos reales y de las cédulas de invitación, donde se anunciaban las pruebas y Lidia de cinco, seis, ocho, doce y hasta veinticinco Toros sin expresar ni su procedencia ni su casta, advirtiéndose solamente que las reses eran escogidas en las condiciones más favorables para la Lidia .
El Toro salvaje y fiero se daba esporádicamente en determinadas regiones de la península, especialmente en Andalucía, Castilla y Navarra. donde existían inmensos terrenos adehesados en los que pastaban infinidad de toradas en la más completa independencia. De estas piaras se extraían los animales de mejor estampa y trazas a propósito para dar el conveniente juego, adquiriéndose generalmente en lugar de Corridas enteras, uno o varios Toros de cada vacada.

FLORECIMINETO

Como ya dejamos indicado al principio de este capítulo, la crianza de Reses sin otra aplicación que la Lidia no empezó hasta los primeros años del siglo XVIII, desglosando de la Ganadería general las Reses Bravas que entonces formaron piara aparte y cuya producción se dedicó a las Corridas de Toros. Pero cuando en realidad se inicia el auge de la Ganadería Brava es durante la segunda mitad del siglo XVIII, en cuyo transcurso los dueños de vacadas se preocuparon del afinamiento y selección de las razas que dieron origen al auténtico y verdadero Toro de Lidia, muy diferente en conformación y bravura a las demás variedades con anterioridad existentes.

El interés de los criadores de este tiempo se reduce a obtener productos bien presentados, bravos y poderosos, que respondiendo en la Lidia acrediten la Casta, aunque en procedimientos de crianza, alimentación y bravura resultasen en ocasiones antieconómicos.

El orgullo de los ganaderos de antaño, alguno de los cuales podían permitirse el  capricho de sostener y acrecentar la fama de sus divisas aún con pérdidas en la explotación de sus respectivas vacadas, consistía en presentar los mejores ejemplares , en ver solicitados sus Toros por importantes Plazas y en saber que serían lidiados por los más famosos espadas.

A esta época a que nos venimos refiriendo corresponde la formación en varias regiones españolas de famosas ganaderías, que tanto por la diferencia climatológica y del terreno donde fueron desarrollándose como por los cruzamientos efectuados, empezaron a producir especializados animales para la Lidia, pero con diversas peculiaridades que sirvieron para clasificarse en razas o castas.

Gran parte de las antiguas castas se hallan extinguidas en la actualidad.

TIPO ESPAÑOL DE LIDIA

Una variedad de la raza ibérica (Bos Taurus Ibericus) es el Toro de Lidia, que se encuentra en diversas regiones, predominando Andalucía, Castilla, Extremadura y Navarra. El Toro a que nos venimos refiriendo es el producto de un largo proceso de selección cuyo resultado ha sido dar un tipo genuinamente español, que por su hermosa estampa y por las condiciones que reúne de bravura, vigor y nobleza es el único útil para la Lidia.

La indómita fiereza que le hace ciegamente acometer contra lo que le incita o irrita, la rapidez y ligereza de sus movimientos, la nobleza de su embestida, siempre de frente, el humillar para dar la cornada, el seguir con celo y codicia la trayectoria marcada por el engaño, etc… ha hecho posible la lucha del hombre con este animal tan sencillo y valiente, pues estudiadas sus formas de acometer, sus costumbres y sus tendencias se ha ideado diferentes normas prácticas para burlarle, sobre las que se ha basado el arte de Torear.

TRAPIO Y CARACTERISTICAS DEL TORO IDEAL

Las condiciones externas que debe reunir el Toro de Lidia han de ser:

Regular tamaño, buena presencia, bien proporcionado y fuerte, de piel fina, pelo lustroso, espeso, suave y limpio, testuz ancha y proporcionada a la cabeza; hocico pequeño, fino, elástico y negro; ventanas de la nariz abiertas y dilatadas; cuernos bien colocados, iguales, fuertes, delgados, lisos, puntiagudos, ni cortos ni muy desarrollados y de color negro o tirando a verde desde más arriba del nacimiento hasta la punta; ojos grandes, vivos, brillantes y encendidos; orejas pequeñas, vellosas y muy movibles; cuellos redondo, flexible, corto y grueso; morrillo grande, ancho y levantado; papada pequeña; pecho ancho y profundo; vientre deprimido; dorso marcado pero lleno; lomos firmes y rectos; grupa ancha y musculosa; cola alta, delgada, fina, prolongada hasta los corvejones, con cerdas sedosas; extremidades recias, nervudas, fornidas y lo más rectas y delgadas posibles; corvejones bien pronunciados; pezuñas pequeñas, bien redondeadas, lustrosas y del color de los cuernos; aplomos buenos, normalmente constituidos y bien desarrollados los órganos de la generación.

TEXTO GUIZANCHO Y RAMON GONZALEZ

 

 

Club Taurino Bilbao

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03 May, 2021

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